sábado, 23 de julio de 2011

LO QUE INSTALÓ LA INSTALACIÓN




La instalación es un género de trabajo artístico nacido en la década de los setenta, con el cual se quiso responder, como se hacía con los demás géneros del momento (arte pop, performance, minimalismo, etc.), a la obra ideal y orgánica del arte clásico. Sus abanderados sugirieron una serie de revoluciones con respecto de la tradición, en torno a ciertos puntos fundamentales de la estética. Los principales aspectos transformados por este nuevo proyecto, y sobre los que se instaló el cambio, fueron el tiempo, el espacio, el artista y el espectador, todos ubicados en el marco de la representación.  

En cuanto al tiempo y el espacio, los cambios fueron significativos. Es importante reconocer que si lo representado se extrae de los modelos estáticos y absolutos de la pintura y la estatuaria, el espacio y el tiempo se transformarán radicalmente. Si el espacio por excelencia del arte clásico era el taller o el museo, el del arte posmoderno es el “espacio mismo”, es decir, un lugar concreto en cualquier escenario geográfico. Si las obras anteriores eran intemporales, esto es, no poseían determinaciones temporales específicas
(puesto que era la eternidad quien configuraba su relación con el espectador y con la historia); la obra actual adquiere un carácter temporal, finito y efímero.   

Estos dos aspectos se hallan implicados con la figura del espectador. Y es que, finalmente, es este el encargado de alterar la representación y sus propiedades espacio-temporales. El espectador, teniendo en cuenta que la instalación prepara un lugar, es quien lo “inviste” y confiere de “dignidad”. Es el espectador quien incorpora el lugar a un proceso de representación artística, y el que instituye un espacio significativo para dar comienzo a determinado proceso. Al convertirse la instalación en una obra de “realización compartida”, donde se establecen conexiones íntimas entre la obra y el espectador, este se convierte en “usuario”, en analogía con lo industrial, “en la medida en que actúa, pone en representación los elementos y espacios propuestos por el artista, se representa con ellos y entre ellos” “(2001)”. A diferencia del espectador/contemplador, quien recibe las significaciones que la obra le suscita; el espectador/usuario hace de la obra un para sí, ya ni siquiera con el fin de asemejarla, sino construyéndola a partir de cierta mutualidad con el artista.  

El artista es otra categoría que se modifica en las actuales circunstancias estéticas. Se establece entonces una profunda relación entre tiempo, espacio y espectador, contenidos en las representaciones transformadas que elabora el artista contemporáneo. El artista ya no es más el “genio creador” subjetivo, original y auténtico: ha devenido en profesional. Anteriormente el artista, como genio creador, poseía la capacidad de hacer obras singulares, completas y con carácter orgánico. En la actualidad, el artista se ha “especializado”, para poner a su disposición diversos mecanismos y procedimientos. De ahí el surgimiento de nuevos artistas, como por ejemplo, los instaladores.
                                      
Lo que se ha pretendido, por lo menos desde la aparición de los ready mades de Duchamp, es una “reconsideración y reconstrucción del arte”. Los artistas del siglo XX, han querido hacer del arte el escenario de experimentación por antonomasia, de suerte que invirtieran su dirección, encaminándolo hacia manifestaciones cada vez más diversas. Hasta aquí la cuestión podría parecer un proyecto estético de dimensiones críticas. El problema viene cuando el proyecto se ve mediado por determinaciones económicas, y cuando, por lo mismo, se muestra la desacralización de la obra, lograda, necesariamente, desacralizando al artista.   

Como es evidente, todas estas categorías se encuentran correlacionadas en su proceso de transformación. Podrá pensarse de qué modo se siguen, cuál es consecuencia de cual y cómo se aúnan. Pero lo cierto es que dichas categorías ya fueron transformadas, y como tal, constituyen la fuente inmediata del mayor problema estético de nuestro tiempo: la representación.



 Bibliografía y notas

Larrañaga, Josu. Instalaciones. Hondarribia: Nerea, 2001.




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