Por el contrario, la tesis de La genealogía dista mucho del contrasentido expuesto por científicos como Herbert Spencer. Nietzsche considera que es históricamente insostenible la posibilidad de olvidar la utilidad de las acciones no egoístas, pues como se hace evidente, dicha utilidad nunca ha dejado de existir. Entonces, más allá de pensar que “ese origen de la alabanza se olvidó”, el alemán postula la idea según la cual cierta supremacía espiritual permitió que “los buenos mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los hombres de posición superior y elevados sentimientos… se arrogaran el derecho de crear valores, de acuñar nombres de valores” “(2006)”. Así pues, en esta perspectiva ya no cobra tanta importancia la utilidad como la voluntad, y es la cuestión del poder la que se desplaza al centro del asunto. Pues como se ha venido indicando, “el juicio “bueno” no procede de aquellos a quienes se dispensa bondad, sino que es producto del duradero y dominante sentimiento global y radical de una especie superior dominadora en su relación con una especie inferior” “(2006)”.
De esta manera se hace manifiesta la posibilidad de concebir otra historia sobre el verdadero nacimiento del lenguaje, de la moral, del derecho, y en última instancia, del poder. De ahí que el giro genealógico efectuado por Nietzsche, se constituya como el punto de partida para elaborar una crítica radical de la moralidad, sustentada al margen de los imperativos y los imaginarios de una civilización enferma y agotada. La apuesta será, finalmente, comenzar a recorrer el camino de la transvaloración… el sendero del Zaratustra.
Bibliografía y notas
Nietzsche, Friedrich. La genealogía de la moral. Madrid: Alianza Editorial, 2006.
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